La
textura como elemento morfológico esta ligada a la superficie y frecuentemente
indisociable del plano y del color y en ella coexisten propiedades ópticas y
táctiles, afectando a dos modalidades sensoriales.
Al textura colabora en la
construcción y articulación del espacio por crea superficies y planos, un
espacio limitado por una forma lineal no significa plásticamente lo mismo que
una superficie texturada.
Estamos acostumbrados a
creer que una superficie pintada no tiene textura, en realidad la capa de
pintura ya tiene suerte de textura, así mismo existe la textura del material
sobre el cual se trabajar y el utensilio
que se utilice.
Según Kandinsky “la relación exterior de los
elementos entre sí y con el plano básico es factura la cual depende de las
características del plano; si la superficie es rugosa, lisa, etc. El tipo de
herramienta pudiendo ser compacto, esfumado,...”[1]
La
característica más notable de las texturas es la uniformidad de los elementos
que la constituyen, por el carácter textural se puede eliminar o disolver por
“Rarefacción” cuando se produce el espaciamiento de elementos y por
“Densificación” produciendo una confusión de elementos desapareciendo la
textura como tal.
La
clasificación de textura como ya se mencionó es táctil y visual, cada uno de
ellas se logra por diversas formas en el caso de la textura táctil, esta puede
ser natural, modificada; en la textura visual la pintura crea textura al
trabajar libremente con el pincel.
En la composición, la
textura codifica el espacio en profundidad.
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